Sobrecoge el drama que vive Haití, con su inconcebible contabilidad del horror: ¿Cien mil muertos? ¿Muchos más? Al leer las primeras páginas de los periódicos italianos me sorprende sobremanera comprobar que hay dos posiciones: Unos destacan en sus primeras páginas con grandes títulares la noticia (“ Haití se convierte en un cementerio”, “Como una atómica”, “Apocalipsis en Haití”, “Infierno en Haití”), otros diarios, los de opinión o más exactamente los ligados a intereses de partido o del Gobierno, a duras penas le dedican un recuadro en su primera página, como hace Il Giornale, de la familia Berlusconi, o incluso ignoran la catástrofe. Es el caso de La Padania, el periódico de la xenófoba Liga Norte, o Líbero, diario próximo a Silvio Berlusconi. Su pasión e interés se centran en la política doméstica y en destacar la declaración de Berlusconi asegurando que no bajará los impuestos. Berlusconi, por cierto, no tuvo ayer, en su primera rueda de prensa tras el ataque sufrido en Milán, ni una palabra de solidaridad hacia Haití, cuando aún está fresco el recuerdo del terremoto del Aquilla, donde murieron 300 personas en el pasado mes de abril, conmocionando al país y obteniendo la solidaridad de todo el mundo.
No pretendo hacer condenas morales. Solamente reflejar que hoy los medios nos presentan en tiempo real las grandes tragedias, pero muy pronto, a veces al día siguiente, caen en el olvido. Salvo acontecimientos gigantescos que tienen repercusión en nuestras vidas, como el 11 de septiembre 2001, nos movemos preocupados tan solo por nuestro entorno más cercano. Desgraciadamente, Haití, la isla de los últimos, queda para muchos demasiado lejos y no oyen los gritos, el terror y el dolor de su infierno.
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