Vuelvo a Roma después de varios días de viaje, con paso por diversos aeropuertos europeos, el último ha sido el de Barajas (Madrid). Dejar su Terminal T4, la mayor obra civil aeroportuaria de Europa de los últimos años, y llegar al aeropuerto de Fiumicino de Roma es casi como hacer un salto en el pasado. Sales de un moderno aeropuerto, proyectado por el arquitecto Richard Rogers, escaparate de limpieza y eficacia, y la primera impresión fuerte e inmediata al llegar a Roma es la de encontrarse en una estructura anticuada y con malos servicios. Es, por ejemplo, uno de los aeropuertos europeos donde las maletas llegan con más retraso. Para evitar inútiles pérdidas de tiempo, me gusta ir ligero de equipaje y llevar sólo uno de mano.
El aeropuerto de Fiumicino es en parte un reflejo de la parálisis que desde hace tiempo sufre Italia. Ahora Roma ha anunciado su candidatura para ser sede de los Juegos Olímpicos del 2020. Confía en que ese acontecimiento, si lo consigue, sirva para dar a Roma las modernas infraestructuras que necesita con urgencia.
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